Recién acudí ayer a la que fue mi primera reunión con la Agrupación Socialista de la localidad en la que vivo desde hace 14 años. Lo que encontré, no fue ni cómo ni distinto de lo que esperaba porque me acercaba sin prejuicios.
Se trataban temas relacionados con la próxima convocatoria electoral. Me ofrecí voluntaria - entré de buenas maneras- para ser uno de los interventores en una de las mesas electorales del próximo día 27. Hasta aquí todo bien, preside la concordia.
Somos pocos. Calculo en mi hoy cerano recuerdo la cantidad de no más de 20 ciudadanos, entre ellos el alcalde saliente por voluntad propia y en contra del clamor popular, el alcalde entrante, jóvenes entregados y mayores que con el paso de los años mantienen encendida su entrega a una causa.
Al poco, uno de los invitados alarmó al resto con la lectura de un acta de reuniones pasadas. Y llegó la sorpresa y se revolvieron mis entrañas. Algunos disidentes, movidos por el siempre atractivo ansia de poder, se habían distanciado y lejos ya del movimiento centrífugo, montáronse una lista independiente.
¡Señor! ¡Éramos pocos y el enemigo camina por nuestra casa!.
Dimes y diretes. ¡Basta!
El nuevo candidato nos lee el programa. Loable, sin duda; ambicioso. Pero yo además de escucharle le ando mirando. Es joven, no mal parecido, viste con mediana elegancia y muestra unas lentes de diseño. Quiere ser alcalde y trabajar, es un mérito que no le niego. Pero... ¿Y ese pelo, engominado, largo y rizado?
Víctima de su imagen y de su novicia, me llegan las dudas. ¿Ganaremos también este año? Entonces, educadamente, me dirijo a la audiencia y pregunto si se conoce la intención de voto y cuál ha sido el programa de nuestra campaña. Es un nuevo candidato, un desconocido y la nueva población duplica a la tan favorable de anteriores comicios.
Me lo explica. Me enseñan los folletos, la propaganda. Tiemblo más todavía. El miedo me llega no sólo porque sean fruto del despropósito sino tanto o más, porque su mensaje suma menos que cero. En él se plasman con ligereza fotos del grupo que forma la lista paseando o posando frente al desordenado entorno de unas obras. Y qué decir de la composición del texto. Aún ahora desconozco lo que pone porque como ando leyendo a menudo, en estos asuntos de la propaganda, aunque me sea favorable, no me fijo en la letra pequeña.
Y se preguntarán, ¿por qué nos cuenta todo esto? Sencillo. Las grandes batallas se lidian en plazas pequeñas.
Una idea, humilde. ¿Por qué abandonamos así a las personas que nos representan? ¿Por qué no diseñar una red de asistencia destinada a asesorar mínimanente a nuestros candidatos? Lo necesitan. Lo agradecerían. Nos convendría.
La diferencia entre el conocimiento y la ignorancia es idéntica a la que se traza entre la victoria y la derrota.
Se trataban temas relacionados con la próxima convocatoria electoral. Me ofrecí voluntaria - entré de buenas maneras- para ser uno de los interventores en una de las mesas electorales del próximo día 27. Hasta aquí todo bien, preside la concordia.
Somos pocos. Calculo en mi hoy cerano recuerdo la cantidad de no más de 20 ciudadanos, entre ellos el alcalde saliente por voluntad propia y en contra del clamor popular, el alcalde entrante, jóvenes entregados y mayores que con el paso de los años mantienen encendida su entrega a una causa.
Al poco, uno de los invitados alarmó al resto con la lectura de un acta de reuniones pasadas. Y llegó la sorpresa y se revolvieron mis entrañas. Algunos disidentes, movidos por el siempre atractivo ansia de poder, se habían distanciado y lejos ya del movimiento centrífugo, montáronse una lista independiente.
¡Señor! ¡Éramos pocos y el enemigo camina por nuestra casa!.
Dimes y diretes. ¡Basta!
El nuevo candidato nos lee el programa. Loable, sin duda; ambicioso. Pero yo además de escucharle le ando mirando. Es joven, no mal parecido, viste con mediana elegancia y muestra unas lentes de diseño. Quiere ser alcalde y trabajar, es un mérito que no le niego. Pero... ¿Y ese pelo, engominado, largo y rizado?
Víctima de su imagen y de su novicia, me llegan las dudas. ¿Ganaremos también este año? Entonces, educadamente, me dirijo a la audiencia y pregunto si se conoce la intención de voto y cuál ha sido el programa de nuestra campaña. Es un nuevo candidato, un desconocido y la nueva población duplica a la tan favorable de anteriores comicios.
Me lo explica. Me enseñan los folletos, la propaganda. Tiemblo más todavía. El miedo me llega no sólo porque sean fruto del despropósito sino tanto o más, porque su mensaje suma menos que cero. En él se plasman con ligereza fotos del grupo que forma la lista paseando o posando frente al desordenado entorno de unas obras. Y qué decir de la composición del texto. Aún ahora desconozco lo que pone porque como ando leyendo a menudo, en estos asuntos de la propaganda, aunque me sea favorable, no me fijo en la letra pequeña.
Y se preguntarán, ¿por qué nos cuenta todo esto? Sencillo. Las grandes batallas se lidian en plazas pequeñas.
Una idea, humilde. ¿Por qué abandonamos así a las personas que nos representan? ¿Por qué no diseñar una red de asistencia destinada a asesorar mínimanente a nuestros candidatos? Lo necesitan. Lo agradecerían. Nos convendría.
La diferencia entre el conocimiento y la ignorancia es idéntica a la que se traza entre la victoria y la derrota.
3 comentarios:
Estimada compañera:
En política a veces sucede como en las familias, o como en todos los grupos a los que podamos pertenecer, no todos somos iguales aunque tengamos los mismos sentimientos.
Las agrupaciones, a mi me gusta más llamarlas casas del pueblo, aunque tenemos ese nombre un tanto olvidadas, son punto de encuentro e incluso a veces de desencuentro , pero eso es debido a que es un lugar comun y donde debemos ser sinceros sobre todo con nosotros mismos.
Cierto es que como en cualquier actividad, siempre existe alguien que quiere fomentar su protagonismo personal, pero para eso estamos los demas compañeros, para no consentir que nadie se haga dueño del púlpito, sino que este a la misma altura.
Yo en mi agrupación , soy uno de tantos que hablo cuando creo que debo de hablar sin tener miedo a caer o no caer bien mis palabras, porque tengo solo una meta y es que los valores que representa mi partido sean los que lleguen al poder para poder desarrollar los valores sociales que mis ideas representan.
Tengo una frase que uso mucho, cuando a veces alguien me habla mal de algun compañero, o no me gusta lo que algun compañero hace y puede hacer daño al partido.
habrá personas que pueden defraudarme, pero mis ideas, mi partido y sus valores nunca me defraudaran .
Recibe un fuerte abrazo, y animo el dia 27 cuando estes de interventora, no seras la unica, yo tambien estaré en realizando la misma labor.
Saludos socialistas.
Estimada "Arbillas",
Comparto todo lo que me escribes.
Lo que más me preocupa es la carencia a nivel de imagen que viven nuestros candidatos. Una ayudita no les vendría nada mal. Y al partido tampoco.
Un abrazo.
¿novicia?
novicio, cia.
(Del lat. novicĭus).
1. m. y f. Persona que, en la religión donde tomó el hábito, no ha profesado todavía.
2. m. y f. Principiante en cualquier arte o facultad. U. t. c. adj.
3. m. y f. p. us. Persona muy compuesta y arreglada en sus acciones, especialmente en la modestia, por ser esto lo que de ordinario se ve en los novicios de las religiones.
supongo que te refieres a novia.
Novios o novias todos tenemos alguno. aunque a veces te acaben poniendo los pelos de punta ;-)
No sé si es tan imprescindible esa necesidad de imagen o de tener un programa y unas ideas claras que transmitir.
suerte en este futuro
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